Hoy nos hemos levantado con la resaca de las elecciones y con una terrible noticia del suicidio de una adolescente que estaba sufriendo acoso por parte de compañeros en su Instituto.

Este tema me horroriza y me remueve; siempre han existido ese tipo de personas que se creen con el derecho a destrozar a otras, que no se paran a pensar si lo que hacen está bien o mal, ni las consecuencias de sus actos. 

Por su incapacidad de respetar, tolerar y empatizar con los que son distintos, con los que se diferencian, con los que pretenden vivir y dejar vivir. ¿Cuántos niños estarán sufriendo este calvario?¿cuántos niños más tienen que morir para que empecemos a tomar conciencia del gravísimo problema que tenemos encima?.

¿Qué herramientas tienen nuestros hijos para protegerse de estos indeseables?

¿se las estamos ofreciendo?

¿se las están ofreciendo?

Ayer en la sesión que tuve con los niños en la que algunos de ellos son especiales (con trastornos del espectro autista) ocurrió algo que me emocionó y que es la consecuencia del trabajo de las sesiones que hemos tenido hasta ahora.

Uno de los niños especiales,  tiene como peculiaridad que le gusta estar encima o debajo de las mesas. Desde el primer día hemos respetado su espacio y le hemos permitido estar ahí en las sesiones.

Hemos hecho varias actividades de expresión corporal en la que todos los niños comenzaban debajo de las mesas, y una en la que espontáneamente los niños se subían en ciertos momentos a las mesas.

Pues bien ayer, nada más empezar la clase (sólo habían llegado tres niños) me dice una de las pequeñas , "Paloma ¿porque no, hoy empezamos la clases encima de las mesas para que Héctor cuando entre se sienta bien?.

Desde luego toda una lección de aceptación y tolerancia.

Lo más curioso es que en toda la sesión no se subió a la mesa ni una sola vez.

He empezado con nuevo grupo de niños en el que tres de ellos tienen rasgos autistas. Ayer tuvimos la tercera sesión en la que la música está presente en todo momento y me encanta ver cómo los niños disfrutan de ella, cantando, tocando los instrumentos, moviéndose a su ritmo y cada vez van adquiriendo más libertad para poder expresarse cada uno a su manera.

Ayer en uno de los ejercicios que hicimos, en el que estábamos todos reunidos en un círculo sentados menos unos de ellos (el que presenta signos más evidentes de autismo) que estaba a su aire por la clase, empezamos a seguir el ritmo de la música haciendo percusiones y cada vez seguíamos a uno de los niños en los movimientos que hacíamos, y de repente vemos que aparece este niño, se pone de pie en el centro del círculo y empieza a hacer percusiones al ritmo de la música, con lo que todos le seguimos; fué un momento muy especial, en el que por un momento todos fueron iguales y no hubo diferencias entre autistas y no autistas, y dónde nuevamente la magia de la música surgió.

Esta semana ando bastante revuelta con un tema que me preocupa como madre de una niña de 10 años, como profesora de piano de niños que están en edad escolar y sobretodo como ser humano, y es cómo se está sobrecargando de deberes a los niños de hoy en día, en España.

Me preocupa las consecuencias que vaya a tener en todos ellos en el futuro. No creo que después de estar una jornada lectiva en la que creo yo los niños están trabajando y aprendiendo, sea muy bueno que al llegar a casa cansados y en muchos casos a la hora de la merienda, vuelvan a sentarse a la mesa a seguir haciendo exactamente lo mismo que han estado haciendo durante todo el día, de una forma tediosa y agotadora, y sé que en muchos casos llega la hora de la cena y siguen con la misma tarea.

Se les está imponiendo un ritmo que es difícil de llevar, dónde el estres está presente en niños tan pequeños, y para colmo llega el fin de semana, que se supone que es para descansar, estar con la familia, y disfrutar del ocio y los profesores les ponen más deberes, por si no han tenido suficiente durante la semana, condicionando la vida familiar al máximo.

Entendería que este planteamiento se hiciera si fuera eficiente, pero encima tenemos que aguantar que nos vengan de fuera, con sus exámenes y que nos digan en el informe Pisa que nuestros hijos no están a la altura. ¿Entones, para qué tanto esfuerzo? ¿para qué tantos deberes? no será mejor que les dejemos que vivan un poco más y que los conocimientos se vayan asentando de una forma natural. No digo que no hagan nada en casa, pero se está llegandoa unos extremos exagerandos.

¿Cómo pretenden que los niños adquieran los conocimientos, que sepan aplicarlos si no les damos tiempo para aprehenderlos?.

No olvidemos que son niños, y que no debemos contagiarles de la desidia, el estress, y el desencanto que reina hoy en el mundo adulto, y que tenemos la obligación de que tengan una infancia dónde aprendan recursos para convertirse en adultos lo menos neuróticos posible.

Vivimos en una sociedad en la que se ha instaurado con gran fuerza la mentira en nuestras vidas; se miente a diario, nos mienten, mentimos, nos mentimos.

¿Qué hay detrás de tanta mentira? ¿que queremos esconder? ¿porqué nos mienten? son preguntas que me vienen hoy a la cabeza y que me remueven por dentro, porque me siento engañada, porque me da mucha tristeza que los mecanismos de defensa esten a flor de piel en todos y que quizás ese sea el motivo por el cual esconderse detrás de tanto engaño, porque me obligan a sacar mis defensas al ataque y ponerme en un lugar en el que no quiero estar, en el que todo es mucho más complicado, más confuso y menos fluído. 

Estamos rodeados de tanta mentira que muchas veces no sabemos dónde está la verdad, y lo que es más doloroso dónde está nuestra verdad, nos contagiamos, nos intoxicamos, nos intoxican.

No me gustan las mentiras, no me gustan los que mienten y no me gusta que me mientan.

Hoy hemos sentido en el grupo de musicoterapia de crecimiento personal que ha llegado el fin del proceso, ha sido algo que hemos sentido de forma unánime y es ahora cuando toca hacer balance de todo lo experimentado, lo aprendido y lo compartido.

Han sido casi tres años de búsqueda, de compartir experiencias, emociones, sensaciones; de compartir alegrías, tristezas, miedos; de afrontarlos y plantarles cara; de exploración y crecimiento, de compañerismo, afecto sincero y en definitiva de humanismo.

Me siento muy orgullosa de haber sido testigo de todo este proceso, de haber podido facilitarles el camino, y de que hayan confiado en mí para ello.

Ha sido un camino difícil, duro e intenso, pero ahora toca utilizar las herramientas, y caminar solas con seguridad y firmeza.

Gracias a Petra y a Carmen sobretodo por vuestra entrega, por vuestro trabajo y por todo lo vivido con vosotras.

Muchas mujeres afrontan la maternidad como su principal y único proyecto de vida, esta opción de vida tiene un riesgo muy importante y que afecta a muchas mujeres y es cuando los hijos se hacen mayores y eligen su camino en el que su madre no está incluída, y es ahí cuando estas mujeres sufren las consecuencias de haber apostado sólo por un proyecto con fecha de caducidad, dejando apartadas muchas de sus inquietudes personales.

Otro de los conflictos aparecen cuando después de tanto esfuerzo el resultado no es el que esperaban, cuando los hijos eligen caminos por los que las madres no les hubiera gustado que pasaran y cuando esos hijos se han convertido en individuos que ya no las necesitan pero ellas siguen necesitando serles útiles. Se sienten apartadas y es difícil encontrar otro tipo de motivación para seguir adelante.

Hasta ese momento su proyecto de vida eran sus hijos, y en muchas ocasiones sufren por no recibir de ellos todo lo que esperaban. Es ahí cuando tienen que dejar de pensar solo como madres; les cuesta volver a recuperar sus inquietudes personales y dedicarse a ellas, ponerse en primer lugar y buscar su propio proyecto de vida.

¿Qué pasa cuándo no se tiene miedo a la muerte pero sí a la vida? ayer en la sesión de Musicoterapia en grupo pude sentir ese miedo a través de otra persona; qué poderoso y amenazador sentimiento que consigue bloquear y paralizar la voluntad del ser humano.

El miedo a volver a empezar desde cero, sintiéndote que estás hundido en un agujero oscuro y no eres capaz de ver todas las manos que se tienden a tu alrededor y que están dispuestas a brindarte todo su apoyo y su fuerza para aferrarte a tí mismo; porque la fuerza en muchas ocasiones la buscamos en otras personas y no somos capaces de darnos cuenta de que está dentro de nosotros, sólo tenemos que buscar.

Desde pequeños sentimos el miedo en nuestro cuerpo lo que nos hace experimentar la sensación de vulnerabilidad que tanto asusta y que en realidad nos conecta más con la esencia de nosotros mismos. El miedo nos paraliza, nos hace huir, pero también nos hace sobrevivir y nos ofrece la posibilidad de avanzar y de confrontarnos con nuestras propias limitaciones.

De nosotros depende si queremos plantarle cara o huir......

El viernes pasado tuve una sesión de musicoterapia con mi adolescente autista de esas irrepetibles e increíbles.

Me recibió con una gran sonrisa y al darle las buenas tardes él me contestó "buenas tardes" (hasta hace muy poco no era capaz de hacerlo y es algo que hemos trabajado a través de una canción que elaboré para ese fin). Mantuvo esa gran sonrisa durante toda la sesión y como siempre pusimos música como parte de nuestro ritual en las sesiones, en este caso para empatizar con esa alegría que mostraba puse música con ese carácter; y ocurrió algo que hacía mucho tiempo que no hacía, empezó a coger los instrumentos de pequeña percusión y empezó a tocar con tal entusiasmo y energía que me lo contagió, de tal manera que nos pusimos a tocar los dos como si en ese momento no existiera nada más; y añadimos a la ecuación el teclado hacia el cual no había mostrado intereses desde hacía muchas sesiones.

Fué increíble el nivel de contacto y empatía que conseguimos; él mantenía constante contacto visual conmigo y en ocasiones con tanta profundidad que a veces me dejaba descolocada. Disfrutamos mucho haciendo música, a nuestra manera y con una complicidad que difícilmente he conseguido con otros músicos.

Una experiencia inolvidable. Gracias Ro.

El domingo fue el primer aniversario de una Institución que creamos con ilusión y mucho amor.

Fué un aniversario agridulce, no estuvimos todos los que somos pero sí somos todos los que estuvimos. Se entremezclaron muchos sentimientos que nuevamente son contradictorios y me confrontan conmigo misma.

Por un lado sentí mucha tristeza al darme cuenta de la realidad, de que las cosas son como son y no como me gustaría que fueran; por otro me sentí muy enfadada quizás porque me cuesta aceptar, porque para mí la palabra COMPROMISO la escribo siempre en mi vida con mayúsculas y quizás exijo demasiado porque doy demasiado. También hubo momentos de mucho amor y agradecimiento sentí el apoyo, la comprensión y el afecto de todos, y me devolvió la esperanza y la ilusión. Os doy las gracias por ello.

Quizás fué así porque tenía que serlo, un Aniversario sin celebración.